Ingredientes
- Mantequilla pomada250 g
- Azúcar150 g
- Huevos tamaño XL1
- Harina de trigo550 g
- Esencia de vainilla5 g
Con ayuda de unas varillas eléctricas, batimos la mantequilla junto con el azúcar. La mantequilla habrá de estar pomada, es decir, blanda de textura o de lo contrario resultará imposible mezclar. Si no hemos sido previsores, podemos aplicar los consejos que nos da nuestra compañera Liliana en este artículo para atemperarla rápidamente.
Añadimos la esencia de vainilla y el huevo. Continuamos batiendo hasta integrar ambos ingredientes. Por último añadimos la harina, poco a poco. Usamos la batidora hasta que la masa nos lo permita, pero en algún momento necesitaremos pasarla a la superficie de trabajo porque se habrá vuelto muy densa. Amasamos bien hasta homogeneizar.
Con ayuda de un rodillo estiramos la masa sobre una lámina de papel sulfurizado o de horno procurando que quede de igual grosor, medio centímetro aproximadamente, por toda la superficie. Dejamos reposar la masa en la nevera durante un mínimo de 30 minutos, así cogerá cuerpo y será más fácil cortarla sin que se deforme.
Transcurrido este tiempo, sacamos la masa de la nevera y cortamos con un cortapastas. Colocamos las galletas sobre una bandeja de horno cubierta con papel vegetal y las refrigeramos nuevamente otros 30 minutos. Horneamos a 180ºC, con calor arriba y abajo, durante 10-12 minutos o hasta que comiencen a dorarse ligeramente por los extremos.
Una vez listas, retiramos la bandeja del horno y transferimos las galletas a una rejilla metálica donde dejamos que se enfríen antes de consumir o decorar. Aguantan perfectamente durante días si las guardamos en una lata metálica, aunque quizás no de tiempo a comprobarlo porque están tan buenas que volarán en seguida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario