Los trucos para conseguir un flan de huevo perfecto
Entre tanta propuesta nueva nosotros reivindicamos la receta de flan de huevo tradicional, origen de todas la actuales versiones. Recurrimos a la receta que nos enseñaron en la Escuela de Hostelería, que lo define como un batido de huevos, leche y azúcar, que se introduce en moldes caramelizados y se coagula en el horno al baño María.
Que no os engañe la sencillez de la definición, porque hacer un flan de huevo como mandan los cánones tiene su aquel. No es imposible, pero conviene tener en cuenta ciertos aspectos y aplicar los trucos para que vuestros flanes salgan perfectos.
Lo primero a tener en cuenta es que un flan con agujeros es un flan mal ejecutado. Para que esto no ocurra es imprescindible no batir la mezcla sino remover hasta integrar todos los ingredientes. Si batimos incorporamos aire y si incorporamos aire salen agujeros, así que conviene evitarlo.
El horneado se realiza al baño María y en el horno. No es necesario tapar los flanes, aunque hay que asegurarse de que el agua no hierve a borbotones ni salpica el interior de los moldes. Para ello se pueden colocar sobre el agua las cáscaras de los huevos que hemos usado.
El caramelo ha de aportar al flan un ligero toque sabor y color, pero hay que ser prudentes con la cantidad utilizada. Con cubrir la base con una capa fina es suficiente. Menos es más.
La temperatura del horno ha de ser constante, 180 ºC. Cada horno es un mundo, así que quizás tengáis que hacer alguna prueba en casa y ajustarla un poco. Una vez finalizado el tiempo de cocción, es importante retirar los moldes del baño María y dejar reposar los flanes durante 24 horas (en la nevera) antes de consumir.
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